Siempre que tienen ocasión tanto sus autoridades como los propios saharauis manifiestan el agradecimiento que sienten hacia el pueblo español que, a diferencia de los sucesivos gobiernos de nuestro país, siempre ha estado apoyando y solidarizándose con la causa del Sahara Occidental.
Los sucesivos gobiernos de España primero cedieron ilegalmente el territorio saharaui a través de los acuerdos tripartitos de Madrid a marruecos y Mauritania, más tarde abandonaron a su suerte a los saharauis (que recordemos eran ciudadanos españoles) en el desierto, bajo los bombardeos con fósforo blanco de la aviación marroquí, e incluso han vendido armamento al reino de marruecos para contribuir a la ocupación del territorio saharaui.
Las
asociaciones de solidaridad con el Sahara han denunciado siempre
estas situaciones, apoyan las resoluciones de la ONU para la
celebración de un referéndum de autodeterminación en el Sahara
occidental y un proceso de descolonización con garantías que es lo
que corresponde hacer a nuestro país, al seguir siendo potencia
administradora de dicho territorio. Además, el movimiento de
solidaridad, envía alimentos, medicamentos y todo tipo de ayuda
humanitaria, que contribuye a mejorar las condiciones de la población
saharaui que vive en el exilio, en los campamentos de refugiados de
Tindouf en mitad del desierto; participa también en muchos proyectos
de colaboración, uno de los más conocidos es "vacaciones en
paz", por el que muchos niños y niñas saharauis salen del
desierto los meses de temperaturas más extremas para pasar el verano
con familias españolas, mejorar su alimentación y recibir
asistencia médica.
Todo ello no es más que una pequeña parte de la deuda que tenemos con este pueblo y que los ciudadanos españoles asumimos con la responsabilidad histórica que no han sido capaces de demostrar nuestros gobiernos.
Lo
que no podemos permitir en esta relación fraternal y camaraderil
entre ambos pueblos es que puedan surgir algunos vicios que la
enturbien o estropeen. El debate e intercambio de opiniones es algo
sano y enriquecedor, sin embargo un tono aleccionador o el intento de
imponer ciertas actitudes por nuestra parte sería una reminiscencia
colonialista y un paternalismo insano e ilegítimo.
No
hablemos ya de traspasar esa línea y entrar en el terreno de la
presión, el chantaje, las amenazas y los castigos colectivos si no
consiguiéramos imponer nuestra voluntad.
Es
muy difícil ver sufrir a gente a la que queremos, también es
comprensible intentar solucionar los problemas de forma individual,
acostumbrados como estamos a la educación individualista y
competitiva imperante en las sociedades capitalistas occidentales,
pero debemos hacer un profundo ejercicio de reflexión; la salida al
conflicto del Sahara occidental será colectiva o no será, por lo
tanto, las tentaciones que pudiéramos tener de sacar niños o
jóvenes saharauis de la cruda realidad en la que viven para
ofrecerles un futuro prometedor en nuestro primer mundo sólo serían
parches que no solucionarían el problema e incluso podrían
agravarlo.
Otra realidad que podría llegar a darse, también es fruto de nuestra manera de ver el mundo, de la educación que hemos recibido, nuestra concepción eurocentrista pudiera llevarnos a descartar o menospreciar la cultura, comportamientos, costumbres y realidades que no se ajusten a nuestros encorsetados parámetros. La tolerancia, la comprensión y el respeto por la idiosincrasia saharaui deben ser, en cambio, lo que prime en la forma de actuar del movimiento de solidaridad con el Sáhara.
Por
otra parte, haciendo caso al simple instinto antiimperialista,
podríamos descubrir si en un momento dado nuestras posturas son
erróneas; si éstas coinciden con las de un gobierno reaccionario
como el de la España actual, que pretende impartir lecciones sobre
derechos humanos mientras apalea y asesina inmigrantes en nuestras
fronteras, si nuestras exigencias sirven para lanzar una tendenciosa
campaña contra el Frente Polisario por parte de los medios de
comunicación masivos, si nuestros argumentos refuerzan en último
término al ocupante marroquí...
Si
todo esto llegara a suceder, paremos por un instante, realicemos la
autocrítica correspondiente y dediquémonos a apoyar
incondicionalmente y sin injerencias la lucha de un pueblo que ha
demostrado sobradamente su madurez, capacidad de autogobierno y
organización sobre la base del respeto a los derechos humanos, su
tesón y su perseverancia en la construcción de un futuro en
libertad y en su tierra; esa debe ser nuestra tarea prioritaria y
fundamental.
¡VIVA
EL SAHARA LIBRE!
Asociación
“Parla con el Sáhara”